Tercera Parte

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NUESTRO DIOS RIGE LOS DESTINOS

Tercera Parte

… Continuación de la segunda parte.

  Índice del estudio

 

(Vv 7-9)

“Pero un renuevo de sus raíces se levantará sobre su trono, y vendrá con ejército contra el rey del norte, y entrará en la fortaleza, y hará en ellos a su arbitrio, y predominará. 8 Y aun a los dioses de ellos, sus imágenes fundidas y sus objetos preciosos de plata y de oro, llevará cautivos a Egipto; y por años se mantendrá él contra el rey del norte. 9 Así entrará en el reino el rey del sur, y volverá a su tierra”:

Ese “renuevo de sus raíces” fue el hijo de Ptolomeo II,  Ptolomeo III Evergetes quien llegó a ser el tercer  faraón de la https://es.wikipedia.org/wiki/Dinast%C3%ADa_Ptolemaica dinastía ptolemáica. Gobernó en  Egipto del 246 a 222 a. C.

… se levantará sobre su trono…”:

Se casó con  Berenice de Cirene, soberana de https://es.wikipedia.org/wiki/Libia Libia, gracias a lo cual extendió en gran medida sus dominios.

“…y vendrá con ejército contra el rey del norte, y entrará en la fortaleza y hará en ellos a su arbitrio, y predominará”:

Recordemos que Laodicea, la primera esposa de Antíoco II, hizo matar a Berenice, hermana de este Ptolomeo, y a su hijo (que era el pretendiente al trono) así como a todos los miembros de la corte egipcios que habían llegado en el séquito de la reina.

Ante estos hechos, Ptolomeo III organizó un ejército para acudir a Siria y combatir contra el nuevo rey seléucida Seleuco Calinico y contra su madre, para vengar de esa manera el asesinato de su hermana y su sobrino.

“Y aun a los dioses de ellos, sus imágenes fundidas y sus objetos preciosos de plata y de oro, llevará cautivos a Egipto…”:

Antes de emprender el regreso saqueó el reino de Seleuco llevándose 40.000 talentos de plata y 2.500 imágenes de los dioses, muchas de ellas pertenecientes a Egipto, que habían sido robadas en su día tras la invasión persa de Cambises II (525 a. C.).

“… y por años se mantendrá él contra el rey del norte. 9 Así entrará en el reino el rey del sur, y volverá a su tierra:

Conquistó Siria y llegó hasta  Babilonia,  y hubiera conquistado mucho más si no se hubiera tenido que volver a Egipto para sofocar una sedición.

Los versículos que van del 8 al 20, narran las vicisitudes de la enemistad constante entre Egipto y Siria, y la manera como dichas querellas incidieron en el pueblo judío, situado entre ambos enemigos y sometido siempre por mano de los seleúcidas, con mayor o menor rigor.

Todo este detalle revelado proféticamente en cuanto a los griegos respecto a los judíos, iba a ser de mucha bendición para estos últimos, ya que iba a coincidir con el llamado periodo intertestamentario, periodo en el cual no vino Palabra de Dios a Su pueblo. Aunque Dios no habló directamente por boca de profeta en ese tiempo, los judíos ya sabían lo que les ocurría, por escritura de Daniel, tal y como estamos viendo.

Por otra parte, la influencia helenística sobre los judíos, iba a ser extremadamente grande, causando numerosas contradicciones entre estos últimos.

(Vv. 10-12)

“Mas los hijos de aquél se airarán, y reunirán multitud de grandes ejércitos; y vendrá apresuradamente e inundará, y pasará adelante; luego volverá y llevará la guerra hasta su fortaleza. 11 Por lo cual se enfurecerá el rey del sur, y saldrá y peleará contra el rey del norte; y pondrá en campaña multitud grande, y toda aquella multitud será entregada en su mano. 12 Y al llevarse él la multitud, se elevará su corazón, y derribará a muchos millares; mas no prevalecerá”:

“Mas los hijos de aquél…”:

Seleuco II Calínico, el que fuera hijo de Laodicea, tuvo dos hijos: Seleuco y Antíoco. Ambos llegaron a reinar, primero uno y después otro. El primero tuvo un reinado corto y murió envenenado por sus propios generales. Antíoco reinó con el nombre de Antíoco III el Grande.

Al morir Seleuco, fue Antíoco el protagonista por excelencia.

“Mas los hijos de aquél se airarán, y reunirán multitud de grandes ejércitos…”:

Bajo Antíoco III el Grande, los sirios volvieron a ser una grave amenaza para Egipto.

“…y reunirán multitud de grandes ejércitos; y vendrá apresuradamente e inundará, y pasará adelante; luego volverá y llevará la guerra hasta su fortaleza…”:

Antíoco III mantuvo una guerra contra el rey de Egipto, Ptolomeo IV Filopator, conocida como  la Cuarta Guerra Siria.

El ejército de Antíoco III se presentó a las puertas de  Egipto con 62.000  soldados de a pie, 6.000 jinetes y 102 elefantes…

“11 Por lo cual se enfurecerá el rey del sur, y saldrá y peleará contra el rey del norte; y pondrá en campaña multitud grande, y toda aquella multitud será entregada en su mano”:

Mientras que el ejército de Ptolomeo IV estaba formado por una falange de 20.000 egipcios, mercenarios gálatas y tracios y gran cantidad de elefantes africanos.

“…12 Y al llevarse él la multitud, se elevará su corazón, y derribará a muchos millares; mas no prevalecerá”:

El decisivo encuentro se produjo en Rafia, al sur de lo que actualmente se conoce como la https://es.wikipedia.org/wiki/Franja_de_Gaza Franja de Gaza, en el cual el ejército de Ptolomeo ganó la batalla.

Ptolomeo IV Filopator (222-203 a. C.) devastó al ejército sirio encabezado por Antíoco III (223-187 a. C.), pero esta ventaja de Egipto sería breve.

Escribe al respecto José Grau:

“Ptolomeo IV Filópator, alistó inmediatamente tropas de mercenarios y de egipcios que, avanzando hacia la frontera, infligieron a Antíoco III pérdidas considerables. Es la batalla de Rafia, a que se alude en el versículo 11. Pero esta batalla fue una victoria efímera y sin consecuencias”

“…se elevará su corazón…”:Ptolomeo IV Filopator era un malvado. Tenía un hermano llamado Magas a quien asesinó junto con sus partidarios para hacerse más fácilmente con el trono. Se casó con su hermana Arsínoe III.

“…mas no prevalecerá:

Discípulo de Erastóstenes, sus intereses se centraban más en las artes y las ciencias. Descuidó sus deberes políticos y dejó el gobierno en manos de su ministro principal. Esta despreocupación casi le costó a Egipto la pérdida de sus posesiones asiáticas.

Ptolomeo IV murió inesperadamente, y este hecho fue ocultado durante bastante tiempo por sus ministros. Le sucedió su hijo Ptolomeo V Epífanes.

(Vv. 13-16)

“ 13 Y el rey del norte volverá a poner en campaña una multitud mayor que la primera, y al cabo de algunos años vendrá apresuradamente con gran ejército y con muchas riquezas 14 En aquellos tiempos se levantarán muchos contra el rey del sur; y hombres turbulentos de tu pueblo se levantarán para cumplir la visión, pero ellos caerán. 15 Vendrá, pues, el rey del norte, y levantará baluartes, y tomará la ciudad fuerte; y las fuerzas del sur no podrán sostenerse, ni sus tropas escogidas, porque no habrá fuerzas para resistir. 16 Y el que vendrá contra él hará su voluntad, y no habrá quien se le pueda enfrentar; y estará en la tierra gloriosa, la cual será consumida en su poder”:

“ 13 Y el rey del norte volverá a poner en campaña…”:

Ese rey del norte es Antíoco III el Grande.

“ 13 Y el rey del norte volverá a poner en campaña una multitud mayor que la primera, y al cabo de algunos años vendrá apresuradamente con gran ejército y con muchas riquezas…”:

Pasaron sólo trece años cuando Antíoco III regresó con un gran ejército, y en una serie de ataques contra Egipto, obtuvo el control de Palestina, el cual lo tenía Egipto en esos momentos.

“14 En aquellos tiempos se levantarán muchos contra el rey del sur…”

Muerto Ptolomeo IV, fue su muy joven hijo, Ptolomeo V Epífanes, quien se tuvo que enfrentar a su eterno rival, el rey del norte; a la sazón, Antíoco III el Grande.

“… y hombres turbulentos de tu pueblo se levantarán para cumplir la visión, pero ellos caerán”:

Esos aludidos hombres turbulentos del pueblo de Daniel, es decir, judíos,  quisieron independizarse de Egipto, pero fracasaron en su revuelta.

“ 15 Vendrá, pues, el rey del norte, y levantará baluartes, y tomará la ciudad fuerte; y las fuerzas del sur no podrán sostenerse, ni sus tropas escogidas, porque no habrá fuerzas para resistir”:

Al subir al trono de Egipto  Ptolomeo V Epífanes (210- 185 a. C.), Antíoco III volvió a arremeter con más fuerza todavía (V. 13), aprovechándose de ciertas revueltas intestinas que habían estallado en ese país.

Antíoco III el Grande, tomó la ciudad de Gaza (V. 15) a través de un largo asedio, que las fuerzas egipcias no pudieron soportar.

“16 Y el que vendrá contra él hará su voluntad, y no habrá quien se le pueda enfrentar; y estará en la tierra gloriosa, la cual será consumida en su poder”:

Este es de nuevo Antíoco III. Una contraofensiva egipcia en Judea apenas si retrasó la entrada triunfal de Antíoco en Jerusalén (la tierra gloriosa).

“… y estará en la tierra gloriosa, la cual será consumida en su poder”:

Esta entrada aludida fue saludada con grandes demostraciones de alegría, pues Antíoco III se había mostrado bastante tolerante con las leyes y tradiciones hebreas. No obstante, fue en definitiva una falsa paz, pues esa tolerancia duraría poco.

Ese hombre ejerció un dominio duradero sobre Israel. El yugo seleúcida iba a ser terrible para los judíos, y aquello no era más que el comienzo.

(Vv. 17-19)

“17 Afirmará luego su rostro para venir con el poder de todo su reino; y hará con aquél convenios, y le dará una hija de mujeres para destruirle; pero no permanecerá, ni tendrá éxito. 18 Volverá después su rostro a las costas, y tomará muchas; mas un príncipe hará cesar su afrenta, y aun hará volver sobre él su oprobio. 19 Luego volverá su rostro a las fortalezas de su tierra; mas tropezará y caerá, y no será hallado”:

“17 Afirmará luego su rostro para venir con el poder de todo su reino; y hará con aquél convenios, y le dará una hija de mujeres para destruirle; pero no permanecerá, ni tendrá éxito”:

Antíoco III, el rey seleúcida, estaba en esos momentos sintiendo la presión de Roma, y por ello, propuso un intento de orden diplomático, también  con el fin de llegar a realizar sus designios en relación con Egipto. Para ello pactó con su rival el rey del sur, Ptolomeo V Epífanes, dándole en matrimonio a su hija Cleopatra.

La ceremonia tuvo lugar en Rafia en el 194 a. C.

Escribe McArthur:

“De esta manera, el gobernante sirio también esperaba que su hija funcionara como espía y lo ayudara a destruir o debilitar Egipto, para mantenerlo bajo su control”

No obstante, y en contra de sus pretensiones, su hija Cleopatra, lejos de ayudar a su padre, favoreció a su consorte egipcio.

“18 Volverá después su rostro a las costas, y tomará muchas; mas un príncipe hará cesar su afrenta, y aun hará volver sobre él su oprobio. 19 Luego volverá su rostro a las fortalezas de su tierra; mas tropezará y caerá, y no será hallado”:

“18 Volverá después su rostro a las costas, y tomará muchas…”:

Antíoco III, megalómano por excelencia, se había propuesto conquistar Grecia a lo largo de los territorios costeros del Mediterráneo. Esta actuación lo colocó directamente en contra de Roma, la cuarta bestia de Daniel, que estaba expandiéndose en esos momentos.

Aprovechando la tregua con Egipto, se volvió contra Asia Menor y se apoderó de algunas ciudades griegas, y aun de las egipcias; todo ello sin hacer caso de las advertencias de los romanos, que a la sazón ya eran un poder hegemónico por doquier.

Esto fue su ruina.

Curiosamente, siempre que un imperio está a un de ser absorbido por otro, intenta engrandecerse a toda costa; ese fue el caso del imperio medo persa también, cuando cayó bajo Alejandro.

“mas un príncipe hará cesar su afrenta, y aun hará volver sobre él su oprobio”:

Ese “príncipe” o “magistrado”, que le detuvo en sus continuos ataques, fue el cónsul Lucio Cornelio Escipión el Africano, el cual derrotó a este Antíoco III en  Magnesia de Sípilo, el año 190 a. C. sin posibilidad de revancha.

“19 Luego volverá su rostro a las fortalezas de su tierra; mas tropezará y caerá, y no será hallado:

Derrotado, humillado y agravado con una enorme deuda de guerra que le había impuesto los romanos, Antíoco se dio al saqueo de los tesoros de algunos templos importantes. Cuando estaba ocupado en el robo del templo de Bel, en un lugar de Persia, halló la muerte. Fue el año 187 a. C.

En esta sección que hemos visto, desde el versículo 10 al 19, hemos podido constatar con cuánto detalle se ha descrito la carrera de Antíoco III el Grande, muchos años antes de que este hombre viniera al mundo.

(V. 20)

“20 Y se levantará en su lugar uno que hará pasar un cobrador de tributos por la gloria del reino; pero en pocos días será quebrantado, aunque no en ira, ni en batalla”:

Este que envía al cobrador de tributos es Seleuco IV Filopator, hijo de Antíoco III el Grande, el cual estuvo en el trono poco tiempo. Este ordenó a su ministro Heliodoro proseguir con la política de saqueo de templos, así como con la paralela de cargar con grandes impuestos a las poblaciones de todas sus tierras, incluidos los judíos.

En realidad se veía obligado a ello, pues tenía que – entre otras cosas – reunir grandes sumas de dinero para pagar los enormes tributos que le imponían los romanos.

Según 2 de Macabeos 3, este Heliodoro intentó apoderarse del tesoro del templo de Jerusalén, cosa que según ese relato, se lo impidió una aparición sobrenatural.

“…pero en pocos días será quebrantado, aunque no en ira, ni en batalla”:

Efectivamente, Seleuco IV fue asesinado por instigación de su primer ministro Heliodoro.

 

Los tiempos del loco Antíoco IV Epifanes (V. 21-35)

El rey más cruel y malvado del Norte también fue seleúcida. Este fue Antíoco IV Epífanes (175-165), comúnmente llamado por sus coetáneos, Epímanes, es decir, el loco.

Ascendió al trono tan pronto su hermano Seleuco murió envenenado por instigación de aquel Heliodoro, suplantando al joven Demetrio, hijo de Seleuco, el cual estaba detenido como rehén en Roma. Ante el vacío de poder, este Antíoco se las apañó para ejercer su dominio en Siria.

Veamos en el mismo libro de Daniel, donde también de forma previa nos habla de este personaje. Lo que leeremos a continuación, lo recibió Daniel hacia el año 551 a. C. dos años después del sueño de las cuatro bestias del capítulo siete. Leámoslo:

Daniel 8: 8-14

“8 Y el macho cabrío se engrandeció sobremanera; pero estando en su mayor fuerza, aquel gran cuerno fue quebrado, y en su lugar salieron otros cuatro cuernos notables hacia los cuatro vientos del cielo. 9 Y de uno de ellos salió un cuerno pequeño, que creció mucho al sur, y al oriente, y hacia la tierra gloriosa. 10 Y se engrandeció hasta el ejército del cielo; y parte del ejército y de las estrellas echó por tierra, y las pisoteó.  11 Aun se engrandeció contra el príncipe de los ejércitos, y por él fue quitado el continuo sacrificio, y el lugar de su santuario fue echado por tierra.  12 Y a causa de la prevaricación le fue entregado el ejército junto con el continuo sacrificio; y echó por tierra la verdad, e hizo cuanto quiso, y prosperó.  13 Entonces oí a un santo que hablaba; y otro de los santos preguntó a aquel que hablaba: ¿Hasta cuándo durará la visión del continuo sacrificio, y la prevaricación asoladora entregando el santuario y el ejército para ser pisoteados? 14 Y él dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado”

Recordemos que ese macho cabrío fue Alejandro Magno; los cuatro cuernos fueron sus cuatro generales que se repartieron el imperio.

De uno de esos cuernos, es decir, del rey o reino seleúcida, surge un “cuerno pequeño”; justamente ese fue Antíoco IV Epífanes, tipo de Anticristo por excelencia, entre otras cosas porque, como hará éste cuando surja, aquél quitó el continuo sacrificio (V. 11), y sacrificó una cerda en el lugar del Santísimo (cap. 11: 31).

(V. 21)

“21 Y le sucederá en su lugar un hombre despreciable, al cual no darán la honra del reino; pero vendrá sin aviso y tomará el reino con halagos”:

Este hombre despreciable, llamado así por el ángel de Dios, fue Antíoco IV, que se llamaba Mitrídates, cambiándose él mismo su nombre y apelativo – a saber – Antíoco y Epífanes (que significa esto último; el ilustre).

“…al cual no darán la honra del reino…”: Ese hombre no merecía el trono, porque lo usurpó.

“… pero vendrá sin aviso y tomará el reino con halagos”: La lisonja fue el medio que usó para conseguir sus propósitos.

Por medio de astucias, intrigas y halagos ganó a los reyes de Pérgamo y a muchos notables sirios. Fue un maestro consumado en la hipocresía y la traición.

Antíoco se aprovechó de que Demetrio, el aspirante legítimo al reino estaba preso en Roma, y junto con su otro hermano Antíoco, se proclamó rey con el apoyo de Eumenes II de Pérgamo y el hermano de éste, Átalo I. Su hermano Antíoco sería asesinado pocos años después.

(V. 22)

“22 Las fuerzas enemigas serán barridas delante de él como con inundación de aguas; serán del todo destruidos…”:

Este versículo describe la forma en que Antíoco aplastó toda oposición también en Palestina: las fuerzas enemigas, las que se oponían a su voluntad de tomar el poder. Todas esas fuerzas fueron barridas a modo de una inundación de las aguas. Algo así lo relata Gabriel a Daniel en 9: 26, esta vez refiriéndose al ataque romano de Tito contra Jerusalén en el 70 d. C.

“…junto con el príncipe del pacto”:

Muy posiblemente ese “príncipe, o principal del pacto” fue Jason, el hermano del sumo sacerdote Onías III.

Este propuso un pacto a Antíoco IV: Podía nombrarlo a él sumo sacerdote (lo que le daría un gran poder sobre los judíos y la oportunidad de enriquecerse) y a cambio él le cedería una parte generosa del tesoro del templo. Para tentar aún más a Antíoco IV, le prometió que impulsaría la cultura griega en Judea. Él mismo decidió cambiar su nombre hebreo de Josué por el nombre griego de Jasón.  Antíoco aceptó el trato.

Jasón compró con el dinero de los impuestos el cargo de Sumo Sacerdote, otorgándoselo Antíoco IV (que no podía hacerlo). Esto tiene sin lugar a dudas el sentido del “pacto” aludido.

(Vv. 23, 24)

“ 23 Y después del pacto con él, engañará y subirá, y saldrá vencedor con poca gente  24 Estando la provincia en paz y en abundancia, entrará y hará lo que no hicieron sus padres, ni los padres de sus padres; botín, despojos y riquezas repartirá a sus soldados, y contra las fortalezas formará sus designios…”:

Antíoco, durante su guerra con Egipto vino y saqueó al Templo tomando mucho dinero.   Masacró a sus oponentes, instaló una tropa Siria de soldados en la ciudad, y dedicó el Templo al dios Griego Olímpico Zeus.  

Prohibió el judaísmo suspendiendo toda clase de manifestación religiosa, mandó que se comieran alimentos considerados impuros y trató de establecer el culto a los dioses griegos.

“…y esto por un tiempo”:

Parece ser que esto duró mucho tiempo a causa de la rebelión de los Macabeos. Pero el sacerdote Matatías y sus dos hijos llamados Macabeos consiguieron levantar a la población en su contra. La fiesta judía de  Janucá conmemora este hecho.

 

“Moneda representando el rostro del loco Antíoco IV”

(V. 25-28) La ofensiva de Antíoco IV contra Egipto

“25 Y despertará sus fuerzas y su ardor contra el rey del sur con gran ejército; y el rey del sur se empeñará en la guerra con grande y muy fuerte ejército; mas no prevalecerá, porque le harán traición. 26 Aun los que coman de sus manjares le quebrantarán; y su ejército será destruido, y caerán muchos muertos. 27 El corazón de estos dos reyes será para hacer mal, y en una misma mesa hablarán mentira; mas no servirá de nada, porque el plazo aún no habrá llegado.  28 Y volverá a su tierra con gran riqueza, y su corazón será contra el pacto santo; hará su voluntad, y volverá a su tierra”:

Los versículos del 25 al 28, describen la primera campaña de Antíoco IV contra Egipto; una campaña frente a la cual Ptolomeo no pudo resistir, porque le hicieron traición.

Leemos en 1 Macabeos:

“Al ver Antíoco que su reino estaba firme, decidió apoderarse de Egipto para ser rey de los dos países. Así pues, invadió Egipto con un poderoso ejército, con carros, elefantes y una gran flota, y atacó al rey Ptolomeo, el cual retrocedió ante él y huyó dejando muchos muertos en el campo” (1 Macabeos 1: 16- 18)

Antíoco atacó a Ptolomeo Filometor, quien se había convertido en su enemigo. 

El rey del sur, Ptolomeo VI, fue traicionado por aquellos en quien confiaba. Tenía consejeros traidores, los cuales se sentaban a su mesa, que le incitaron a atacar Siria, para así acabar con él y los suyos.

Ptolomeo VI Filómetor y Ptolomeo VIII Everguetes, se disputaban el trono. Antíoco se puso aparentemente de parte del primero, pero en esa primera campaña contra Egipto, le hizo la guerra y le derrotó.

Escribe José Grau:

“En el versículo 27 se nos muestra la perfidia de Antíoco en una nueva dimensión: aparenta hospitalidad hacia sus enemigos, pero en realidad no son más que tretas para conseguir sus fines. Para ello no tiene reparos en vulnerar las normas de hospitalidad oriental al proferir palabras mentirosas”

(V. 28) “…y su corazón será contra el pacto santo; hará su voluntad, y volverá a su tierra”:

A su regreso, organizó una expedición contra  Jerusalén,  la cual saqueó (V. 29). Saqueó el templo de Jerusalén y sembró la consternación entre el pueblo. Esto ocurrió en el 169 a. C.

Lo describe con detalle el libro de Macabeos:

“Después de esta victoria sobre Egipto, en el año ciento cuarenta y tres (de la dominación griega), Antíoco se puso en marcha con un poderoso ejército contra Israel, y llegó a Jerusalén. Entró con arrogancia en el santuario y se apoderó del altar de oro, del candelabro con todos sus accesorios, de la mesa para los panes sagrados, de las copas, las tazas, los cucharones de oro, el velo y las coronas, y arrancó todo enchapado de oro que adornaba la fachada del templo. Se apoderó también de la plata, el oro, los utensilios preciosos y los tesoros escondidos, los cuales logró encontrar. Con todas esas cosas se fue a su país. También mató a mucha gente y habló con grandísima insolencia” (1 Mac. 1: 20-24)

(Vv. 29-31) La segunda ofensiva de Antíoco IV contra Egipto

“29 Al tiempo señalado volverá al sur; mas no será la postrera venida como la primera. 
 30 Porque vendrán contra él naves de Quitim, y él se contristará, y volverá, y se enojará contra el pacto santo, y hará según su voluntad; volverá, pues, y se entenderá con los que abandonen el santo pacto. 31 Y se levantarán de su parte tropas que profanarán el santuario y la fortaleza, y quitarán el continuo sacrificio, y pondrán la abominación desoladora”:

En el año 168 a. C. Antíoco volvió de nuevo a Egipto. La primera vez volvió con gran riqueza (v. 28), y, por ello, aprovechó la primera ocasión que tuvo para invadir de nuevo Egipto, pero esta vez no le salió bien el asunto.

Las naves de Quitim, le obligaron a retirarse. Eran las naves romanas bajo el mando de Cayo Popilio Laenas. Cerca de Alejandría se encontró con el cónsul romano, que le instó a abandonar https://es.wikipedia.org/wiki/Dinast%C3%ADa_Ptolemaica Egipto y Chipre. Cuando Antíoco replicó que debía consultarlo con su consejo, Popilio trazó un círculo en la arena rodeándole y le dijo: “piénsalo aquí”. Viendo que abandonar el círculo sin haber ordenado la retirada era un desafío a Roma decidió ceder con el fin de evitar una guerra.

Roma era ya un poder hegemónico bien fuerte.

 

“Las naves de Quitim: naves de Roma”

El relato de esta humillante expedición contra Egipto está bien atestiguado por la historia. Antíoco IV herido en su soberbia, reaccionó cruel y cobardemente en su frustración, descargando su ira sobre los judíos.

El historiador Flavio Josefo, y el relato de los Macabeos, han dejado constancia detallada de lo que ocurrió. Lo narrado en el versículo 30 acaeció exactamente en el año 168 a. C.

Antíoco forzado a abandonar Egipto, tremendamente humillado y derrotado, se volvió en contra de los judíos fieles a sus tradiciones, y que no querían seguir las formas paganas e impías helenísticas.

Comenzaron entonces unas persecuciones salvajes, arbitrarias y crueles, con el consiguiente levantamiento de Matatías y los Macabeos.

Antíoco IV se convirtió en un verdadero azote para el pueblo del pacto; el pueblo representado y resumido en la frase “el pacto santo”.

Lo mismo que hizo Antíoco IV, lo hará el mismo diablo, tal y como está escrito en Apocalipsis 12: 17;

“Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo”

Cuando el diablo no pueda ir contra el Israel que ha de ser salvo, irá contra los que van a creer en ese tiempo de la Gran Tribulación.

“31 Y se levantarán de su parte tropas que profanarán el santuario y la fortaleza, y quitarán el continuo sacrificio, y pondrán la abominación desoladora”:

Los soldados de Antíoco, ayudados por judíos apóstatas, montaban guardia en el templo para impedir el culto, mientras que otros atacaban la ciudad en el día de reposo y mataban a hombres, mujeres y niños. Los soldados profanaron el templo de Israel, prohibieron la circuncisión y los sacrificios diarios, y para mayor maldad, sacrificaron una cerda en el altar.

Leemos en el libro de Macabeos:

“De acuerdo con el decreto, a las mujeres que habían hecho circuncidar a sus hijos, las mataron con sus hijos colgados al cuello, y mataron también a sus familiares y a los que habían hecho la circuncisión” (1 Mac. 1: 60, 61)

Además, el 15 de diciembre de 167 a. C., esos griego/sirios pusieron dentro del templo una estatua del dios Zeus de Olimpo para rendirle culto. Los judíos llamaron a esto “la abominación desoladora”, porque arruinó completamente el culto judío. Además, siguieron profanando el templo de Dios derramando caldo de cerdo en el altar.

 

“Representación de la matanza en los tiempos de los Macabeos”

Lo ocurrido por Antíoco IV y sus seguidores, fue anticipo de lo que todavía ha de ocurrir al final de esta dispensación de la gracia, justo antes de la venida gloriosa de Cristo. Veámoslo:

(Mateo 24: 16-22) “Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda),16 entonces los que estén en Judea, huyan a los montes. 17 El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa; 18 y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa.19 Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días!  20 Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo; 21 porque habrá entonces gran tribulación,  cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. 22 Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados”

Todavía ha de levantarse el lugar santo, el culto judío, el cual será de nuevo profanado, cuando ocurra lo siguiente:

“…se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, 4 el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios (2 Ts. 2: 3, 4)

Ese hombre de pecado será la Bestia Anticristo, y seguramente también su falso profeta (Ap. 11: 10), cuando después de proclamarse mesías de Israel, se siente en el lugar santísimo para que le adoren.

El odio al pueblo de Dios

“32 Con lisonjas seducirá a los violadores del pacto; mas el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará. 33 Y los sabios del pueblo instruirán a muchos; y por algunos días caerán a espada y a fuego, en cautividad y despojo. 34 Y en su caída serán ayudados de pequeño socorro; y muchos se juntarán a ellos con lisonjas. 35 También algunos de los sabios caerán para ser depurados y limpiados y emblanquecidos, hasta el tiempo determinado; porque aun para esto hay plazo”:

En este pequeño relato profético, vemos lo que sucedió en Israel y a Israel por mano de Antíoco IV, fiel tipo de la Bestia Anticristo.

Este cruel y malvado rey, que lo fue por usurpación y no por derecho, recordémoslo, publicó un edicto en todo su reino ordenando que todos formaran un único pueblo y abandonaran para ello sus peculiares costumbres. Cualquiera que no obedeciera las órdenes del dictador, sería condenado a muerte.

Los gentiles acataron todos el edicto real, y muchos israelitas aceptaron su culto, sacrificaron a los ídolos y profanaron el sábado, etc. etc. Muchos de Israel, todos los que abandonaban la ley, se unieron a ellos.

Leemos en 1 Macabeos 1: 52, 53;

“Muchos judíos, traicionando la ley, acudieron a cumplir estas órdenes; con su perversa manera de proceder obligaron a los verdaderos israelitas a esconderse en toda clase de refugios”

Acerca de los judíos instigadores y apóstatas, leemos en 1 Macabeos:

“Por aquel tiempo aparecieron en Israel renegados que engañaron a muchos diciéndoles: “Hagamos una alianza con las naciones que nos rodean, porque desde que nos separamos de ellas nos han venido muchas calamidades. A algunos del pueblo les gustó esto, y se animaron a ir al rey, y éste les dio autorización para seguir las costumbres paganas. Construyeron un gimnasio en Jerusalén, como acostumbraban los paganos; se hicieron operaciones para ocultar la circuncisión, renegando así del pacto sagrado; se unieron a los paganos y se vendieron para practicar el mal” (1 Mac. 1: 11-15)

Pero en su momento, Antíoco fue todavía más lejos.

Antíoco IV, buscando el no perder su imperio, seguramente por miedo e inseguridad, ya que no se le permitió reconquistar Chipre ni Egipto por parte de los romanos, abrogó el edicto de privilegio que Antíoco III el Grande había concedido unos años atrás (198 a. C.) a los judíos, reconociéndoles la ley de Moisés como su estatuto legal, tal y como en su momento lo hicieran los reyes de Persia, principiando por Ciro de cara al regreso del destierro.

Por tanto, la fidelidad a la Ley de Moisés se convertía en un acto de rebeldía, y de ahí la persecución.

Leemos en 1 Macabeos 1: 62-64

“…hubo muchos israelitas que tuvieron la fuerza y el valor para negarse a comer alimentos impuros. Prefirieron morir antes que profanarse comiendo tales alimentos y violando así el pacto sagrado; y, en efecto, murieron. Fueron días de terribles calamidades para Israel”

El rey Antíoco envió a las ciudades de Judea a un funcionario encargado de cobrar los impuestos, el cual llegó a Jerusalén con un poderoso ejército con la intención de engañar a los habitantes. Les habló en son de paz, y ellos le creyeron. Pero de repente se lanzó sobre la ciudad, descargó sobre ella un terrible golpe, matando a muchos israelitas. Saqueó la ciudad, la incendió y destruyó la muralla que la rodeaba. Se llevaron cautivos a mujeres y a niños y se apoderaron de las cosas de valor (ver 1 Mc. 1: 29ss)

Escribe José Grau:

“Llegamos al clímax de la impiedad e iniquidad de Antíoco Epífanes. Y todo estaba escrito, con siglos de anticipación, por el vidente Daniel. El cumplimiento de cuanto escribió Daniel en los eventos de aquel segundo siglo antes de Cristo, es maravilloso y extraordinario a la vez”

Lo ocurrido en Jerusalén fue descrito proféticamente en el salmo 79.

(V. 32)

“…mas el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará….”:

Estos eran judíos fieles (los llamados hasídicos), que se mantuvieron firmes en sus convicciones, y prefirieron morir antes que ceder. Judas Macabeo, ayudado por Roma, los dirigió en una revuelta exitosa, aunque dolorosa.

(V. 33)

“33 Y los sabios del pueblo instruirán a muchos; y por algunos días caerán a espada y a fuego, en cautividad y despojo”:

Este versículo – como todos los demás – se cumplió al pie de la letra.

Matatías, el sacerdote fiel y sus cinco hijos se levantaron contra el opresor y consiguieron a la postre derrotarle, inaugurando un gobierno de líderes de esta familia, la cual regiría los destinos de Israel por 130 años.

Estos instruyeron a los demás en las Escrituras, al tiempo que sufrieron persecución continua.

(V. 34)

“34 Y en su caída serán ayudados de pequeño socorro; y muchos se juntarán a ellos con lisonjas”:

Estos son “el pequeño socorro” del vers. 34. No obstante, pagaron el precio con sus propias vidas.

A espada cayeron muchos combatientes judíos encabezados por Judas Macabeo, incluido él mismo. Jonatán murió junto con otros mil hombres. A fuego fue puesta Jerusalén, y en cautividad y despojo tomó el cruel Antíoco a 40.000 prisioneros. (Ver 1 Mc. 9: 17, 18; 12: 48; 1 Mc. 1: 31 y 2 Mc 7; 2 Mc. 5: 14).

Escribe McArthur:

“Muchos serían replegados y los judíos comprometidos con el pacto no tendrían mucha ayuda humana”

“…y muchos se juntarán a ellos con lisonjas”:

Más tarde, “muchos” quisieron juntarse a ellos con “lisonjas”, haciéndose pasar por sus amigos cuando veían de qué lado se inclinaba la guerra.

Esos valientes judíos defensores del pacto, como Judas Macabeo, murieron defendiendo su fe, pero antes de que muriera Judas Macabeo, ya había muerto el rey Antíoco IV, víctima de las consecuencias de sus propias maldades: murió de depresión (1 Mac. 6: 13)

Escribe C.I. Scofield:

“Antíoco Epífanes era insignificante si se le compara con otros personajes históricos que la Biblia no menciona, pero él fue un azote para el pueblo del pacto, y profanó el altar del Señor, y por esta causa se hace notorio bajo la luz profética”

Lo que hizo Antíoco IV Epífanes, será lo que también hará la Bestia Anticristo en el tiempo de la Gran Tribulación.

Hasta el tiempo determinado, para lo cual debería pasar mucho tiempo

(V. 35)

“35También algunos de los sabios caerán para ser depurados y limpiados y emblanquecidos, hasta el tiempo determinado; porque aun para esto hay plazo”:

Enfrentados a persecución, algunos que fueron “sabios” y permanecieron, por tanto, fieles a Dios, caerían como mártires. Serían depurados en cuanto a que fueron santificados, porque vivieron vidas apartados para Dios y sus decretos, conforme la revelación veterotestamentaria.

Este patrón de persecución tiene plazo o vigencia “hasta el tiempo determinado”, al fin de la era, con la venida gloriosa del Señor.

Esto significa que (y siempre en relación a Israel, porque ese es el contexto) así como fue perseguido y estuvo oprimido el pueblo de Dios hasta la dispersión final en el 135 d. C. será perseguido una vez empiecen los últimos siete años (última shavua) conforme a Dn. 9: 27, justo hasta la venida de Cristo al final de esos siete años.

Acordémonos que en medio están los dos días de apartamiento de Israel (Oseas 6: 2) (2.000 años), que se corresponde con el tiempo de la Iglesia.

La referencia a ese “fin determinado”, prepara una transición al v. 36 para aludir a la tribulación de los últimos días, en el que la Bestia Anticristo, prefigurado aquí por Antíoco IV, ejercerá el poder.

(Vv. 36-45) El rey voluntarioso

“36 Y el rey hará su voluntad, y se ensoberbecerá, y se engrandecerá sobre todo dios; y contra el Dios de los dioses hablará maravillas, y prosperará, hasta que sea consumada la ira; porque lo determinado se cumplirá. 37 Del Dios de sus padres no hará caso, ni del amor de las mujeres; ni respetará a dios alguno, porque sobre todo se engrandecerá. 38 Mas honrará en su lugar al dios de las fortalezas, dios que sus padres no conocieron; lo honrará con oro y plata, con piedras preciosas y con cosas de gran precio.  39 Con un dios ajeno se hará de las fortalezas más inexpugnables, y colmará de honores a los que le reconozcan, y por precio repartirá la tierra. 40 Pero al cabo del tiempo el rey del sur contenderá con él; y el rey del norte se levantará contra él como una tempestad, con carros y gente de a caballo, y muchas naves; y entrará por las tierras, e inundará, y pasará.  41 Entrará a la tierra gloriosa, y muchas provincias caerán; mas éstas escaparán de su mano: Edom y Moab, y la mayoría de los hijos de Amón.  42 Extenderá su mano contra las tierras, y no escapará el país de Egipto. 43 Y se apoderará de los tesoros de oro y plata, y de todas las cosas preciosas de Egipto; y los de Libia y de Etiopía le seguirán”:

Antíoco IV murió… pero la Escritura nos habla aquí como si no muriera y viviera al cabo de muchos siglos.

Pero ese hombre perverso murió. Esto significa que el rey del vers. 36 en adelante será un tipo de Antíoco IV; alguien tan perverso como él.

Todo este relato del V. 36 al 43 no ha tenido un cumplimiento histórico; por lo tanto necesariamente lo ha de tener profético.

Escribe John McArthur:

“La sección que va del versículo 36 al 45, resume el cumplimiento lejano del plan profético de Dios. Aquí se resumen los detalles de la septuagésima semana de Daniel que no se encuentran en otro lugar de las Escrituras. Antíoco Epífanes es un tipo del Anticristo y el punto perfecto de transición para hablar del Anticristo final”.

Efectivamente este último punto es crucial: el Anticristo final hilvana su espíritu con Antíoco IV, tipo clarísimo de Anticristo (véase el asunto de la abominación desoladora). Los dos participan de una abominación similar (véase en cuanto a la abominación desoladora del Anticristo final, Dn. 9: 27; 12: 11; Mt. 24: 15)

(V. 36)

“36 Y el rey hará su voluntad, y se ensoberbecerá, y se engrandecerá sobre todo dios; y contra el Dios de los dioses hablará maravillas, y prosperará, hasta que sea consumada la ira; porque lo determinado se cumplirá”:

Ese rey, que algunos han identificado erróneamente con el histórico Herodes, necesariamente todavía ha de aparecer en escena en un futuro (ya no muy lejano).

En cuanto a Herodes, escribe el comentarista de Matthew Henry respecto a ese rey voluntarioso:

“La descripción que de él se hace en los vv. 36-39 no cuadra con lo que sabemos de Antíoco, de Herodes el Grande, ni de cualquier otro personaje en quien los amilenaristas en general han visto cumplidas las características que aquí se reseñan”.

Este rey voluntarioso será el “cuerno pequeño” de Daniel 7: 8.

Y el salto en el tiempo es evidente, ya que:

  1. 1) Israel no dejó de ser nación en el tiempo de Antíoco IV Epífanes, ni en el tiempo de Herodes.
  1. 2) Israel no dejó de ser pueblo en el tiempo de la diáspora final (135 d.C.), ya que Israel es de nuevo nación en estos días.

Por lo tanto, ese “rey voluntarioso” ha de ser necesariamente el rey que tendrá relación con Israel al final de esta dispensación, y que necesariamente se ha de corresponder con la Bestia Anticristo.

Entiéndase que es salto en el tiempo concuerda básicamente con el tiempo de la Iglesia.

En cuanto a este salto en el tiempo escribe el comentarista de Matthew Henry:

“Es, pues, aquí, ya desde el v. 36, donde no sólo todos los premilenaristas, sino aun amilenaristas de la talla de Keil y Leupold, ven un salto de muchos siglos, hasta ponernos delante de los ojos la figura del Anticristo, a quien se llama, con artículo, “el rey”, sin calificarlo por ahora como rey del norte o del sur”

Es lógico, si Israel dejó de ser momentáneamente nación, por quedarse los judíos sin territorio al ser echados fuera de él por dos mil años, el relato de los reyes adyacentes a Israel debía de interrumpirse de igual modo, y asimismo volverse a reanudar cuando Israel fuera nación de nuevo, como es y está a punto de acontecer.

“Y el rey hará su voluntad, y se ensoberbecerá, y se engrandecerá sobre todo dios; y contra el Dios de los dioses hablará maravillas…”:

Vemos que ese sujeto llegará a tener todo el poder. Será un monarca absolutista; un déspota universal. Actuará movido por la soberbia.

Alejandro Magno, o Antíoco IV fueron también de ese tipo de monarcas, pero a diferencia de ellos, ese rey voluntarioso será mucho más que todos ellos, ya que se “ensoberbecerá y engrandecerá sobre todo dios”. Esto concuerda con las palabras del apóstol Pablo:

“…y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, 4 el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios” (2 Ts. 2: 3, 4)

“…y contra el Dios de los dioses hablará maravillas…”: Esto queda descrito a cabalidad en el libro de Apocalipsis:

“También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses. 6 Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en el cielo” (Ap. 13: 5, 6)

Aquí vemos en ambas escrituras, que claramente la Biblia se refiere en cuanto a ese rey, no a un personaje histórico, como pudiera ser Herodes, sino a un personaje futuro.

Leemos a Matthew Henry de nuevo al respecto: “Tanto Antíoco Epífanes como Herodes y otros monstruos han tenido sus dioses”

“…y prosperará, hasta que sea consumada la ira; porque lo determinado se cumplirá”:

Leemos al respecto en Apocalipsis 13: 4, 5;

“… y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella? 5 También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses”

(Vv. 37-39)

“37 Del Dios de sus padres no hará caso, ni del amor de las mujeres; ni respetará a dios alguno, porque sobre todo se engrandecerá. 38 Mas honrará en su lugar al dios de las fortalezas, dios que sus padres no conocieron; lo honrará con oro y plata, con piedras preciosas y con cosas de gran precio 39 Con un dios ajeno se hará de las fortalezas más inexpugnables, y colmará de honores a los que le reconozcan, y por precio repartirá la tierra.”:

Evidentemente, aquí la Palabra nos está describiendo al que será realmente la Bestia Anticristo como tal, es decir, la Bestia que está en el abismo y está para subir de él (Ap. 17: 8). Esa Bestia es uno de los siete reyes mencionados en Ap. 17: 11, uno de los blasfemos césares romanos, ya que el contexto siempre es la Cuarta Bestia de Daniel, es decir, el imperio Romano.

Tito, el “príncipe que ha de venir” (ver Daniel 9: 26), es tipo del Anticristo antes de morir (Ap. 13: 3) y aparentemente resucitar. Tito no entró en el templo de Jerusalén (año 70 d.C.), y por tanto, no llevó allí la “abominación desoladora” de la que comentó el Señor en Mt. 24. Lo resumo:

La abominación desoladora similar a la que describió Daniel (esto es: la obra blasfema de Antíoco IV Epífanes) mencionada por Jesús en Mateo 24, no tomó lugar con Tito (Dn. 9: 26), ni ha tomado lugar todavía.

Tito, o más bien, el que sea como Tito (y por tanto de la realeza y proveniente de Roma, la cuarta bestia), este será el que confirmará el pacto entre Israel y las naciones circunvecinas por siete años (véase Daniel 9: 27)

Como a la mitad de esos siete años, ese tipo de Tito morirá por degüello, y en él entrará la Bestia que está ahora en el abismo. Ese hombre falsamente resucitará, y el mundo conocerá al verdadero y genuino Anticristo; y por tres años y medio (Dn. 9: 27, Ap. 13: 3, Ap. 17: 11, Ap. 13: 5)

“37 Del Dios de sus padres no hará caso, ni del amor de las mujeres; ni respetará a dios alguno, porque sobre todo se engrandecerá”:

Una vez la Bestia, sea la Bestia, ese monstruo no respetará a autoridad superior ninguna, ya que él mismo se auto definirá como el dios:

“…se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, 4 el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios” (2 Tesalonicenses 2: 3, 4)

“… ni del amor de las mujeres…”: Este será un ser extremadamente lleno de demonios, que conoce perfectamente a Satanás (ya que está en el abismo), y por tanto es un completo soberbio y rebelde, que se creerá estar por encima de lo humano y lo divino. Siendo así, no es de extrañar que las mujeres sean poca cosa para ese individuo.

Entendamos bien que la Bestia como tal, no va a ser el hombre que le “prestará” su cuerpo cuando muera; será otro ser. Es la Bestia que está en el abismo.

“38 Mas honrará en su lugar al dios de las fortalezas, dios que sus padres no conocieron; lo honrará con oro y plata, con piedras preciosas y con cosas de gran precio”:

El término que se traduce por “fortalezas”, se emplea otras cinco veces en este capítulo (véase: Vv. 7, 10, 19, 31, 39), y cada vez significa un “lugar fuerte”. La explicación sería la siguiente: El poder será su dios, su meta, su razón de volver a este mundo – esta es y ha sido la meta del propio diablo.

El poder económico y todo lo que tenga valor, será la moneda de cambio para adquirir ese poder, sobre todo en un principio.

(V. 39) “39 Con un dios ajeno se hará de las fortalezas más inexpugnables, y colmará de honores a los que le reconozcan, y por precio repartirá la tierra”:

Es evidente que será con el poder del mismo diablo, que ese hombre monstruoso irá conquistando el poderío de las naciones, comprando las voluntades de muchos, y adquiriendo mucho poder financiero con la venta de la tierra.

(Vv. 40-45)

“40 Pero al cabo del tiempo el rey del sur contenderá con él; y el rey del norte se levantará contra él como una tempestad, con carros y gente de a caballo, y muchas naves; y entrará por las tierras, e inundará, y pasará.  41 Entrará a la tierra gloriosa, y muchas provincias caerán; mas éstas escaparán de su mano: Edom y Moab, y la mayoría de los hijos de Amón.  42 Extenderá su mano contra las tierras, y no escapará el país de Egipto. 43 Y se apoderará de los tesoros de oro y plata, y de todas las cosas preciosas de Egipto; y los de Libia y de Etiopía le seguirán.  44 Pero noticias del oriente y del norte lo atemorizarán, y saldrá con gran ira para destruir y matar a muchos. 45 Y plantará las tiendas de su palacio entre los mares y el monte glorioso y santo; mas llegará a su fin, y no tendrá quien le ayude”.

El Anticristo tendrá guerra con el “rey del sur”, y contra el “rey del norte”. ¿Quiénes serán por ese entonces ambos reyes? Esa es la pregunta.

En el relato anterior, el rey del sur siempre ha sido Egipto, pero como ahora el mensajero celestial le está contando a Daniel algo que trasciende el tiempo hacia nuestro futuro, necesariamente hay que esperar cambios… ¿por qué? Pues porque en el reino del sur que era Egipto fue así durante el reino de la tercera bestia, y dejó de ser durante el tiempo de la cuarta bestia, el imperio romano. En ese tiempo cuando el imperio romano resurge, cabría esperar que el tanto el reino del sur como el del norte, que en su día fue el seleúcida,  sean otra cosa.

Hace ya años Walvoord escribió: “Es probable que incluya mucho más que Egipto (refiriéndose al reino del sur) y puede ser identificado como un ejército africano”.

En mi opinión, se tratará de un ejército de corte árabe e islámico; una confederación de países de influencia musulmana.

Como comentario de esto diré que a raíz de la ayuda militar de occidente a los rebeldes al régimen de Libia, la mayoría de los países del medio oriente, todos ellos de mayoría islámica, se opusieron en mayor o menor medida. Todos lo vieron como una injerencia en sus asuntos.

Cuando ese rey voluntarioso con todas sus tropas entre en Palestina, imaginemos entonces cuál será la reacción de esas naciones islámicas.

En cuanto al rey del norte, tal parece que serían las naciones del norte de Israel, las antiguas del bloque comunista.

Deberíamos entender que ambas facciones, lucharán contra el Anticristo, el cual en ese momento será el líder destacado de Europa.

No olvidemos que previamente el Anticristo habría confirmado un pacto con muchos, incluidos los judíos por duración de siete años (Dn. 9: 27).

Entrará en la tierra gloriosa, que es Israel (V. 41) y se enseñoreará de muchos, escapando sólo unos pocos. Los judíos que se hayan dado cuenta de que ese individuo no es el verdadero Mesías (aunque en un principio creyeron que sí), huirán al desierto de Moab, hacia Petra (Sela) para escapar de él.

“Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten por mil doscientos sesenta días”(Ap. 12: 6)

Esa mujer representa a la hija de Sión; el Israel que será salvo. Huirá al desierto confirmándose así la profecía del Señor en Mateo 24, justo después de que esa Bestia se haya colocado a sí mismo como Abominación Desoladora al sentarse en lugar santísimo del próximo templo en Jerusalén.

El Señor lo dijo así:

“Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), 16 entonces los que estén en Judea, huyan a los montes. 17 El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa; 18 y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa.19 Mas  ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! 20 Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo; 21 porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. 22 Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados”(Mateo 24: 15-22)

Aquí queda resumida la huida de los judíos que serán salvos (Ro. 11: 26) y que estarán a salvo en el desierto, en tierra de Moab, la actual Jordania. Veámoslo como queda relatado por el profeta Isaías:

“Enviad cordero al señor de la tierra, desde Sela (Petra) del desierto al monte de la hija de Sion.  2 Y cual ave espantada que huye de su nido, así serán las hijas de Moab en los vados de Arnón. 3 Reúne consejo, haz juicio; pon tu sombra en medio del día como la noche; esconde a los desterrados, no entregues a los que andan errantes. 4 Moren contigo mis desterrados, oh Moab; sé para ellos escondedero de la presencia del devastador; porque el atormentador fenecerá, el devastador tendrá fin, el pisoteador será consumido de sobre la tierra.5 Y se dispondrá el trono en misericordia; y sobre él se sentará firmemente, en el tabernáculo de David, quien juzgue y busque el juicio, y apresure la justicia” (Isaías 16: 1-5)

Vemos en esa profecía, que al cabo de la destrucción del Desolador (Dn. 9: 27) que será ese rey voluntarioso, tipo de Antíoco IV, inmediatamente el Reino se establece en la tierra a través de quien se sentará en el tabernáculo de David, que es la casa de Israel, y que será el mismo Mesías.

42 Extenderá su mano contra las tierras, y no escapará el país de Egipto. 43 Y se apoderará de los tesoros de oro y plata, y de todas las cosas preciosas de Egipto; y los de Libia y de Etiopía le seguirán”:

El hijo de Antíoco (el Anticristo), no se contentará con derrotar a la coalición del sur, Egipto y todos sus aliados árabes, sino que se apoderará de sus tesoros. Los libios y etíopes de seguirán, lo cual significa que vendrán a ser parte de sus dominios.

44 Pero noticias del oriente y del norte lo atemorizarán, y saldrá con gran ira para destruir y matar a muchos. 45 Y plantará las tiendas de su palacio entre los mares y el monte glorioso y santo; mas llegará a su fin, y no tendrá quien le ayude”:

Esta sería la invasión de los 200 millones del ejército chino, sin desdeñar India u otra potencia del oriente, como Corea del Norte. Posiblemente podría llegar a tratarse de alguna coalición oriental. Seguramente Japón no formará parte de ella.

En estos tiempos podemos vislumbrar algunos motivos por los cuales China podría llegar a rebelarse. Ahora mismo China está comprando mucha deuda del Occidente. Cree que va a dominar sobre las naciones occidentales al acaparar la economía. No obstante, el dinero es algo anecdótico, porque siempre está basado en la confianza. El día en que no valga nada, China se sentirá chasqueada, y buscará el vengarse. Ese sería el motivo de la invasión.

En el momento en que el renacido imperio romano con su líder al frente determine que el único dinero que vale es el suyo, sin guardar ninguna paridad con el dólar o cualquier otra moneda, entonces se produciría lo de arriba.

“El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Eufrates; y el agua de éste se secó, para que estuviese preparado el camino a los reyes del oriente” (Ap. 16: 2)

“Y fueron desatados los cuatro ángeles que estaban preparados para la hora, día, mes y año, a fin de matar a la tercera parte de los hombres. 16 Y el número de los ejércitos de los jinetes era doscientos millones. Yo oí su número” (Ap. 9: 15, 16)

El río Eufrates se secará para que pase ese ejército poderoso.

Presumiblemente esta será la primera batalla del Armagedón.

El fin del rey voluntarioso

(Dn. 11: 45) “45 Y plantará las tiendas de su palacio entre los mares y el monte glorioso y santo; mas llegará a su fin, y no tendrá quien le ayude”:

Este versículo final va de la mano con el siguiente:

“Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador (Daniel 9: 27)

Ese será el fin de la Bestia Anticristo:

“Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército. 20 Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre (Ap. 19: 19, 20)

Quien acabará con el Anticristo, será Cristo.

La última batalla del Armagedón

(Dn. 11: 45) “45 Y plantará las tiendas de su palacio entre los mares y el monte glorioso y santo…”:

Esta será la segunda de las batallas del Armagedón, la que librará contra los judíos, pero allí será destruido por el Señor en su venida gloriosa, como vemos en Zacarías 14:

(Zacarías 14: 2-4)
“2 Porque yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalén; y la ciudad será tomada, y serán saqueadas las casas, y violadas las mujeres; y la mitad de la ciudad irá en cautiverio, mas el resto del pueblo no será cortado de la ciudad. 3 Después saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla. 4 Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur”

Allí muchos de los que se llaman judíos morirán, y sólo una parte escogida logrará escapar:

“Y acontecerá en toda la tierra, dice Jehová, que las dos terceras partes serán cortadas en ella, y se perderán; mas la tercera quedará en ella. 9 Y meteré en el fuego a la tercera parte, y los fundiré como se funde la plata, y los probaré como se prueba el oro. El invocará mi nombre, y yo le oiré, y diré: Pueblo mío; y él dirá: Jehová es mi Dios” (Zac. 13: 8, 9)

Sólo la tercera parte de los judíos entrarán en el Reino, como nación. Esto no contradice Romanos 11: 26 que dice que “todo Israel será salvo”, ya que ese versículo se está refiriendo a todo lo que es el Israel nacional – la nación de Israel – no a todos los que se llaman judíos.//

Dios les bendiga.

© Miguel Rosell Carrillo, pastor de Centro Rey, Madrid, España.
Mayo 2011
www.centrorey.org